martes, 11 de junio de 2013

¿Habrá procesiones en el cielo?



A Laura, in memoriam



                Hace apenas unos días se nos atragantaba el atardecer al conocer el fallecimiento de una joven integrante de la Banda de Cornetas, Tambores y Gaitas de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero. En circunstancias tan tristes como éstas, cuando alguien que tenía toda la vida por delante se va como en un suspiro, uno se plantea si verdaderamente damos importancia a esas pequeñas cosas que la vida nos regala o preferimos seguir persiguiendo costosas quimeras. Durante los días que dura el duelo o la impresión, abrazamos, besamos, acariciamos y escuchamos mucho más de lo que habitualmente lo hacemos, pero desgraciadamente, como los peces, olvidamos al poco tiempo todas esas buenas intenciones y volvemos a caer en el profundo sueño de la conciencia colectiva… hasta que otra estrella vuelva a iluminar con su brillante luz la noche de los tiempos.


                Yo, a veces me pregunto si habrá procesiones en el cielo. Y ante la falta de respuesta, imagino cómo serán, porque en el placer de imaginar encuentro la dicha de ver aquello que el corazón me muestra. Quizás sea ese el motivo por el que todos los que amamos la Semana Santa, nos imaginamos, al menos una vez cada día, una estampa de esa pasión que nos une bajo un palio de primaveras incipientes. Así que, imagino un cielo de estrechas calles por las que una procesión avanza con la lentitud de las horas tristes. Tres querubines con mucetas de hilos de nube abren el cortejo con la Cruz y los faroles, y tras ellos, una pendoneta de difuntos. De los balcones penden haces de luna con crespones negros y las farolas desprenden tenues suspiros de luz de vela. Se suman al cortejo cofrades de todos los lugares que reconocen, cada pared y cada casa, como las mismas que en otro tiempo recorrieron, ataviados con las túnicas de sus hermandades y cofradías, a las que el anochecer celestial ha teñido de un color común, para hermanarlos a todos  aún más. Costaleros, braceros, portadores…se enfrascan en una disputa dialéctica sobre cuál es la mejor manera de llevar un trono, hasta que el toque de una corneta les anuncia la inminente salida de ese Cristo o esa Virgen que, incluso en el cielo, les sigue pareciendo inmensamente hermosos. Los músicos de Dios ya han tomado posición en el cortejo, y ya han hecho un hueco más para Laura, como lo harán para quienes, por expreso deseo de Dios, volverán un día a hacer sonar sus instrumentos por esas calles de un cielo que, ahora sí, empieza a oler a incienso y cera tibia. Y quizás, al contemplar la diadema con la que adorna María Santísima su cabeza, comprenderemos una vez allí, porque Dios nos regala una luna llena y nos roba las estrellas para adornar con ellas esa tiara de Reina y Madre…

                Sí, seguramente habrá procesiones en el cielo, Laura, y papones de acera, y saetas desgarradoras, y cangrejeros, capillitas, y cuando el cortejo te dé un respiro, te asomarás a contemplar a través de la cúpula del cielo cómo resucita un Cristo de Víctor de los Ríos cada Domingo de Pascua, y las palomas te acercarán en su pico los besos de aquellos que te añoran. Sí, seguramente habrá un cielo cofrade para todos, seguramente ya estarás en él, esperando ese momento de volver a coger la gaita y tocar para Él… Seguramente allí nos conoceremos y juntos continuaremos con nuestro sueño, pero hasta entonces:

                Descansa en paz.

martes, 21 de mayo de 2013

Cornetas por David...y por la Semana Santa





En algunas ocasiones el ser humano sigue dando muestras de una generosidad desbordante; en algunas ocasiones, somos tan humanos como deberíamos ser siempre. Que este arrebato de generosidad haya brotado como un nuevo fruto en ese árbol que florece cada primavera y que impregna con sus cálidos aromas a incienso y cera las calles y plazas de mi querida ciudad, representa un soplo de aire fresco para cualquier papón que se enorgullezca de serlo. La iniciativa solidaria de “Cornetas por David” ha nacido del latido inmemorial de un corazón que bombea raseos y se deslizan por las venas almibaradas de los recuerdos del papón que sigue soñando semanas de pasión cada noche. Y ha tenido que ser ese lenguaje universal que es la música la que, una vez más, dé un paso al frente para aunar esfuerzos y agitar conciencias en torno a un niño, a un papón… a uno de los nuestros.



Por primera vez, todas las bandas y agrupaciones de esta ciudad, con el apoyo también de otra de la cercana ciudad de Oviedo, ofrecerán un concierto el próximo sábado 1 de junio a beneficio de David. Será una tarde inolvidable para todos, sin ninguna duda, pero ya está siendo ahora mucho más que eso. Y no me refiero al impagable esfuerzo de los organizadores, ni a la generosa y abrumadora respuesta de todos aquéllos a los que se pidió colaboración y se subieron al barco sin preguntar siquiera el destino… me refiero a la agradable sensación de que algo está cambiando. Parece que el inmovilismo cofrade se desvanece y surgen espontáneas muestras de que, efectivamente, la Semana Santa empieza a extenderse a lo largo de ese desierto de fe que últimamente iba de Pascuas a Ramos. Agrupaciones y bandas que se unen por una buena causa, braceros que se asocian en torno a su paso a través de algunas redes sociales, blogs y webs cofrades, las cofradías despertando a ese noble ejercicio cristiano de las obras sociales, un programa de radio semanal para difundir una cultura pasional que emerge de las oscuras catacumbas del ostracismo… la Semana Santa pide a gritos vida y esperanza. No se trata de reinventar nada, como escuché en cierta tertulia, sino de alimentar esa luz que lleva alumbrándonos más de 400 años. No necesitamos más Órganos Reguladores, ni Patronatos, ni cosas raras que, únicamente, servirán para alimentar el ego de unos pocos… necesitamos papones, necesitamos cofrades implicados.

Es un buen momento para asumir qué somos y empezar a entender de una vez por todas  que formamos parte de la historia, y es nuestra, de todos los papones y paponas de esta ciudad, la responsabilidad de cuidar ese legado ancestral que, últimamente, se va diluyendo peligrosamente a causa de esa lluvia inmisericorde que estos últimos años ha castigado nuestros cortejos procesionales. Dejar y exigir que sean otros los que tiren del carro no es el mejor modo de avanzar. No solo es labor de las Juntas de Gobierno o de la propia Junta Mayor de la Semana Santa velar por los intereses de todos, exigiéndoles en muchas ocasiones una implicación que, muchos de los que la exigen, no cumplen para con sus cofradías. Seguramente, trabajar unidos nos reportaría a todos mucho más.

Ojalá ese espíritu fraternal y solidario que ha prendido en los corazones, gracias a David, se mantenga en el tiempo y podamos hablar, no tardando, de una ciudad que haga honor a su tradición y a su historia cofrade los 365 días del año.
Gracias, David... Gracias músicos.

               

domingo, 14 de abril de 2013

Aquellos Sones y un Sentimiento…




          La noche del sábado, 23 de febrero de 2013, quedará para siempre en el corazón de éste que escribe. Haber podido colaborar en la presentación del nuevo disco de la Agrupación Musical Santa Marta y Sagrada Cena, “A los Sones de un Sentimiento”,  con un Auditorio a rebosar y expectante, fue un honor y un privilegio que difícilmente podrá encontrar parangón, salvo en el almibarado sueño de llegar, algún día, a pregonar la Semana Santa de mi ciudad o Mantener la Ronda Lírico Pasional de mi querida Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo, hechos ambos que, como digo, no van más allá de un hermoso sueño, del que seguramente nunca despierte. Esa noche descubrí una nueva forma de amar la Semana Santa, a través de los ojos de un niño que apenas conocía, pero que me regaló la oportunidad de soñar con él primaveras nuevas. Encontré en el acogedor regazo de unos alabarderos la inspiración suficiente para enfrentarme a mis miedos y mis limitaciones y, en su confianza y la de mi familia, la recompensa a la inquietud de no saber si llegaría a estar a la altura de las circunstancias. 




            Hoy, con el sosiego de la distancia y la calma de la primavera, quiero hablar de sentimientos, pues para hablar de sones, ya hay en el panorama musical cofrade oídos más despiertos y entendidos que los míos. Por eso, prefiero no pecar de pretencioso y escribir sobre lo que siento que, al fin y al cabo, es personal e intransferible. Así, evitaré el error de juzgar sin saber.

            Conocer de primera mano la ilusión de ese grupo de músicos, su trabajo, su dedicación, sus sueños… ha sido una experiencia tan gratificante, y me ha aportado tanto a nivel personal y cofrade, que sería injusto guardármelo para mí solo. Negar la debilidad que siempre he sentido por esta Agrupación Musical sería un acto de hipocresía por mi parte, pero también es de justicia abrir los ojos a todos aquéllos que sólo ven en ellos esos sones que elevan al cielo con la delicadeza de una rosa y la dulzura de un algodón de azúcar. Son más que eso, mucho más. Estos alabarderos de La Cena han sabido transformar su pasión en una forma de vida. He sido testigo y objeto de su generosidad, de la hospitalidad que brindan a todo aquél que se acerca a su sede para compartir con ellos una tertulia, un ensayo o, simplemente, una cerveza fresca. Están y son un punto de apoyo para quien necesita un hombro al que aferrarse, cuando el pesado trono de la vida te hace doblar las piernas. Arrancan las notas de una marcha con la ilusión del adolescente que busca respuesta a su primer amor en los pétalos de una margarita. Han conseguido, a fuerza de intentarlo, hacer de la música una razón y de la Semana Santa un motivo para seguir creyendo. Son y están, siempre, para ayudar a cualquiera que lo pueda necesitar…algo que hoy en día es tan necesario como el aire que respiramos.

            Estoy seguro de que hay más ejemplos como ellos en nuestras hermandades y cofradías, pero, como dije al principio, juzgo lo que conozco. Si dedicásemos un poco de nuestro tiempo a conocer por dentro muchos de los colectivos que forman parte nuestra Semana Santa, probablemente, aprenderíamos a apreciar mucho más la inmensa fortuna que tenemos y a valorar en su justa medida el esfuerzo de todos ellos.

           Gracias por todo, alabarderos.


martes, 9 de abril de 2013

El Mayor Dolor en Su Soledad enamoró a su barrio




         Cuando el joven escultor leonés afincado en Sevilla, Pablo Lanchares, se emocionaba al dirigirse a una abarrotada iglesia de Santa Marina la Real el pasado jueves 21 de Marzo, durante el acto de la Bendición de su nueva talla para la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo, ya imaginaba que esa emoción se desbordaría como un río de fe y devoción si el tiempo, caprichosamente cruel estos últimos años, permitía a la penitencial de mis amores salir a la calle la tarde de Jueves Santo. La imposibilidad de poder procesionar la talla de Jesús atado a la Columna, del siglo XVIII, que hasta este año acompañaba al Santo Cristo de las Injurias en la Procesión del mismo nombre, propició que, en tiempo record, la junta de gobierno de la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo formalizase con Pablo Lanchares la cesión de esta hermosa Virgen, que bajo la advocación de María Santísima del Mayor Dolor en Su Soledad, salió majestuosa en su humildad del patio del Colegio Leonés, vestida de luto, sobre un monte de claveles blancos, en los que la luna reflejaba sus haces de plata, como cuchillos de pasión. Mi enhorabuena al Hermano Mayor y la Junta de Seises por todo ello.

            Si grata fue la impresión cuando la vi por primera vez, maravillosa resultó para mí su contemplación la mañana de Jueves Santo, cuando me acerqué al patio para verla con calma. Aún faltaba por colocar la Cruz que lleva a su espalda, y el escorzo de sus brazos, más cerrados, pero lo suficientemente abiertos para acoger nuestros ruegos, me resultó más agradable y natural. Su rostro refleja ese dolor de madre y la resignación de aquella que sabe que, caminando detrás de su hijo, nos da ejemplo de amor y paz. La mirada perdida, en una nada que lo es todo, y sus mejillas, surcadas por unas lágrimas transparentes y delicadas, como regueros limpios de escarcha triste. 


            Cuando el Miserere exhaló su último suspiro de matracas y la oscuridad se deslizó por el templo como una noche sin luna ni estrellas, afuera, el cielo volvía a llorar esa lluvia amarga que presagiaba una nueva tarde de vigilia penitencial para la Cofradía de púrpura y negro. Cuando parecía que la suerte estaba echada, Te miré. Tú querías salir, y yo también. Tú tenías tus motivos, y yo los míos. Tú querías caminar detrás de Tu Hijo, cargado con esa pesada cruz, y yo, caminar al lado de mi hija, cogiendo su mano, casi como si fuese por primera vez, y recorrer juntos las calles de ese barrio de mi infancia que tantas veces recorrí de la mano de mi abuelo. Y entre palabras sin voz y miradas sin pestañeo, el cielo nos dio una tregua para que los dos cumpliésemos nuestros deseos. Pude ser feliz, pero me quedé en dichoso, porque te dejé la felicidad para Ti, y para aquellos que, por primera vez, pudieron contemplar tu Mayor Dolor en la Soledad de una noche de luto y llanto…


Hermanos del Desenclavo,
Leoneses de luto y llanto.
Dejad el alma entreabierta,
Que sale por esa puerta
Mi reina, este Jueves Santo.

domingo, 7 de abril de 2013

Aquel Jueves Santo de 1928...




              Son las tres de la tarde de un 5 de abril de 1928, uno de esos tres jueves que hay en el año, que relucen más que el sol, Jueves Santo. Aunque amaneció frío, la muchedumbre, que poco a poco va tomando las calles, ha propiciado que la tarde vaya adquiriendo la tonalidad y la calidez propia del día. En la S. I. Catedral, el Sr. Obispo se inclina en un humilde gesto para lavar los pies a doce ancianos de las Hermanitas que ejercen su papel de apóstoles, sustitutos, sin duda, de aquellos doce pobres que, no hace muchos años, ocupaban ese lugar en el presbiterio, durante la ceremonia del Lavatorio. Después, el Sermón del Mandato a cargo del profesor del Seminario, D. Nilo Rodríguez de Ayala.
             Se respira, durante toda la tarde, en la ciudad ese ambiente de las grandes ocasiones, un bullicio sordo y solemne, sobre todo, en los templos, que exponen sus Monumentos en altares cada vez más ricos en adornos, sana competencia que no deja indiferente a nadie. Pero, lo que concita mayor expectación en este día, es una nueva procesión organizada por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, la de La Oración del Huerto que, a las diez de la noche, saldrá de Santa Nonia, debiendo recogerse antes de las doce de la noche.


                A la hora indicada, los alrededores de la iglesia ya son un hervidero de gente curiosa y devotos. Me llama la atención el atuendo de los papones, con capirotes morados, así como la asistencia de gran cantidad de hombres con vela en mano, dispuestos a participar en este nuevo cortejo. El paso de la Oración en el Huerto, hermosamente adornado e iluminado, ya está en la calle. Cuando la procesión inicia su recorrido silenciosamente –sin más música que el sonido de las horquetas- aprovecho para entrar en Santa Nonia y contemplar las nuevas figuras de María y San Juan, que el paso de la Crucifixión estrenará mañana en la de Los Pasos. 



             Me sumo a la comitiva, que discurre sin prisa pero sin pausa, quizás debido a esa hora de caducidad anteriormente reseñada. La sección de León de La Adoración Nocturna, con su bandera, dan empaque y prestancia a la nueva procesión, con sus miembros pulcramente vestidos. Un grupo de Tarsicios, también con su bandera, figuraban en sus filas. El trayecto estuvo muy iluminado, con muchos reflectores en los balcones, hecho que, año tras año, va adquiriendo más peso y que contribuye a dar más vistosidad a las oscuras calles de nuestra ciudad. La fachada del Hospicio estaba llena de bombillas, así como los balcones del Ayuntamiento, que estrenaba las nuevas farolas de Santo Domingo. El aspecto en las calles era imponente, principalmente en la Calle Ancha y en el Jardín de San Francisco. Pero, sobre todo, resulta conmovedor el silencio, tanto dentro como fuera del cortejo. En la calle Ancha hubo un “Gayarre”, con muy mala sombra. Y peor la tuvieron los que aplaudieron, dada la solemnidad y el silencio de la procesión.

                   Pese al éxito de esta nueva procesión que, durante la abadía de D. Enrique Salgado, puso en la calle la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, con ese curioso y excepcional capirote morado en lugar del tradicional capillo negro de los papones de Santa Nonia, incomprensiblemente no se volvió a celebrar nunca más la procesión de La Oración del Huerto

jueves, 4 de abril de 2013

A modo de presentación...




               Este blog que estás consultando nace como una necesidad…sin más pretensión por parte de su autor que permitir que desfilen por él esa larga hilera de penitentes de una procesión de ausencias y añoranzas, que discurren con la lentitud del tiempo mudo que va de Pascuas a Ramos. Un cortejo de recuerdos, anécdotas, historias y sueños, aderezados con una pizca de pasión. No busques en ninguna de sus entradas algún resquicio por el que pueda colarse la crítica fácil, oportunista y sibilina, sino la transparente mirada de un cofrade que, a fuerza de intentarlo, ha llegado a creer que aún hay muchas cosas que merecen la pena en nuestra Semana Santa. Quizás, la mejor forma de conseguir que un árbol crezca robusto y sano sea podar sus ramas cuando lo consideremos necesario, y no talar el tronco cuando sea menester. Así lo aprendí de mis mayores, de aquellos que vivieron otras Semanas Santas muy distintas, pero no por ello mejores ni peores. Así intento inculcárselo a mi pequeña princesa, para que llegue a amar esta Semana de diez días como yo he llegado a amarla.


               Conocer nuestra Semana de Pasión es una buena manera de entender el porqué y el cómo de muchos de sus actos y tradiciones. Beber de las transparentes aguas de una documentación seria, debería formar parte del cuaderno de bitácora de un buen cofrade. Así, evitaríamos caer en la vulgaridad de juzgar sin saber, de opinar a la ligera y sobre todo, de caer en el error de pensar que ya no tenemos nada que aprender. Una constante en mi vida ha sido esa, fomentar cada día mi inquietud e investigar, en la medida de mis posibilidades, el porqué y el cómo. Gracias a ello, he llegado a conocer actos, procesiones, costumbres y anécdotas que, el paso del tiempo, ha cubierto con su espesa nube de olvido, pero a través de este blog compartiré con todos aquellos que deseen adentrarse en él. Si alguno de mis lectores siente la necesidad, después de leer este blog, de continuar investigando y conociendo nuestra Semana Santa, "Pange Lingua" habrá cumplido su propósito. Abrir mentes siempre será infinitamente mejor que  cerrar puertas y si de algo adolece últimamente nuestra Semana Santa es, posiblemente, de ese viento fresco que ventile el rancio olor de la inmovilidad y la ignorancia. Espero que esta aventura sea de vuestro agrado y os sirva para algo más que una simple lectura.

            Bienvenidos, hermanos…